Hay un detalle fundamental que el gran visionario George Orwell no supo imaginar en su novela 1984: lo que de verdad iba a definir a la sociedad del futuro era la movilidad y la conectividad. A golpe de clic, y desde cualquier sitio, accedemos a la información, compramos bienes y servicios y nos comunicamos con otros usuarios.

El Ministerio de Industria, Energía y Turismo publicó en octubre de 2014 el estudio Tecnologías orientadas a la movilidad: valoración y tendencias que analiza esta imparable inclinación móvil de la sociedad del siglo XXI. En él se recogen las cualidades de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) portátiles, la principal, la ubicuidad, que nos permite estar localizables  o trabajar desde cualquier sitio. El concepto «llamar a un lugar» ha sido sustituido por el de «llamar a una persona» y expresiones como «centro de trabajo» o «ir a trabajar» están perdiendo sentido.

Otras de las propiedades recogidas son la flexibilidad y la conectividad, que han cambiado nuestra forma de relacionarnos y han llevado a la personalización y generación de nichos de mercado: si sabes quién soy y dónde estoy, me puedes ofrecer productos adaptados a mis características. Además las TIC móviles favorecen la agilidad, acortando los tiempos de trabajo y de respuesta y proporcionando seguridad, por ejemplo, en trabajos que requieren el desplazamiento a terrenos desconocidos o como apoyo a las personas mayores en su día a día.

Los pros también existen

Sin embargo el informe señala que no podemos olvidar los riesgos y posibles barreras que impiden el total desarrollo de las nuevas tecnologías. Un abuso o uso inadecuado puede alejar a las personas, suponer intromisiones inaceptables en su esfera privada o incluso reducir la productividad de las empresas. De hecho algunas compañías han elaborado guías de actuación para determinar cuál debe ser la relación de su personal con las tecnologías. Las infraestructuras, por su parte, parecen ser son mejorables, ya que aún perdemos la conexión momentáneamente en algunas zonas.

Desde el punto de vista cultural los expertos se preguntan si estamos preparados para la aplicación de las tecnologías móviles en nuestras tareas, como las tabletas en las aulas. El factor seguridad también es un tema conflictivo: percibimos las operaciones a través de internet como más seguras, pero aún quedan reticencias, como el uso que podrían hacer las autoridades de la información de nuestro móvil. El componente económico no deja de suponer un freno, ya que tanto individuos como empresas no realizan la inversión suficiente en dispositivos y en servicios de comunicación que aún tienen tarifas elevadas. Sin embargo, a pesar de todos estos inconvenientes, la tendencia es imparable: en total 21,44 millones de españoles han accedido a internet en movilidad el año pasado (4 millones más que en 2013), según el informe  “La Sociedad de la Información en España» correspondiente a 2014 y editado por Fundación Telefónica.

Si no supimos imaginar esta asombrosa movilidad, fundamental para el desarrollo económico y la innovación, ¿qué será lo siguiente que tampoco somos capaces de vislumbrar?